Joel Rifkin es considerado el peor asesino en serie de la historia de Nueva York, luego de quitarles la vida a 17 prostitutas con el motivo más desquiciado e inimaginable: para que su padre que había fallecido no se “sintiera solo” en donde estuviese.
A diferencia de la mayoría de los asesinos en serie, Rifkin no tuvo una mala infancia, fue adoptado sí, pero no le faltó amor y creció como cualquier otro menor promedio, sin embargo todo cambió cuando su padre se suicidó a causa del cáncer que padecía.
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Fue en ese momento que Rifkin comenzó a coleccionar libros de asesinos en serie, obsesionándose con ellos y luego comenzó a imitarlos. Sus dos primeras víctimas fueron prostitutas, a las cuales asesinó y descuartizó, pero nunca se pudo encontrar ni siquiera parte de los cuerpos o lograr identificar de quiénes se trataba.
Asqueado por cercenar a sus primeras víctimas cambió de modus operandi y en 1991 estranguló a su tercera víctima. Luego continuó asesinando pero variando a veces sus métodos con total impunidad, hasta que un evento casual causó su detención.
Los policías de Nueva York vieron una camioneta que no tenía placa, eran las 3 de la mañana; el chofer no estaba conduciendo a gran velocidad, pero por la falta de matrícula le solicitaron que se detenga.
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El conductor no se detuvo y los policías lo siguieron hasta detenerlo. Los dos policías que iniciaron la persecución se acercaron a la parte posterior de la camioneta donde descubrieron algo delgado y largo envuelto en plástico atado con una cuerda, después de ver dentro del “paquete” se dieron cuenta que era el cuerpo descompuesto de una mujer,
Joel Rifkin ayudó a reconocer el cuerpo como Tiffany Bresciani, una prostituta. Confesó a los policías que había tenido sexo con ella y que después la había asesinado, según su historia estaba a punto de tirarla cerca del aeropuerto.
Posteriormente le confesaría a una psiquiatra forense que él tenía visiones, que sabía que iba a morir a los 64 años al igual que su padre, y que sabía también que la víctima número 17 sería la última, ya que él tenía 34 años de edad, el doble de 17. Fue condenado a cadena perpetua.